viernes, 12 de noviembre de 2010

La creación de Buenos Aires


La Ciudad de Buenos Aires tuvo dos fundaciones. La primera en 1536 por Pedro de Mendoza (arrasada por los nativos en 1541), y la segunda en 1580 por Juan de Garay, en ambas ocasiones perteneciendo al Virreinato del Perú del Imperio Español. En 1776 fue designada, por el Rey de España, capital del recién creado Virreinato del Río de la Plata debido a las características del puerto de Buenos Aires, el cual permitía y facilitaba el control Español sobre el Virreinato.
En 1810, en el contexto de la Revolución de Mayo, los pobladores de la ciudad expulsaron al virrey, y establecieron una junta de auto gobierno marcando el inicio de la guerra por la independencia  Argentina.


Mapa del Virreinato del Río de la Plata, 1776.
Mapa de la República Argentina, hoy.

De ciudad criolla a metrópolis


 A mediados del mil ochocientos, la ciudad se abrió hacia la inmigración. Miles de europeos, especialmente de Italia y España le cambiaron la fisonomía a la ciudad y a su idiosincrasia. Los palacios y casas fueron construidos u ornamentados al estilo italiano, reemplazando al "estilo colonial".

 
La Ciudad comenzó a mostrar cualidades que la diferenciaban de las demás en América del Sur, ya sea por su carácter de Capital, por su contacto casi directo con Europa gracias al puerto, o por su intención de organizarse a imagen y semejanza de las principales ciudades europeas;  y por sobre todo por el esfuerzo que hizo el gobierno por individualizar a la Argentina de los otros países sudamericanos, sumado a la influencia de los inmigrantes anteriormente nombrados.
Sin embargo, es cien años después, hacia el año 1910, que Buenos Aires va a tomar más cuerpo: en el extranjero ya se apreciaba la magnitud y arquitectura de los edificios de la Ciudad, y la amplitud de sus avenidas y paseos.
"La ciudad de Buenos-Ayres, por la arquitectura de sus edificios, por sus soberbias plazas, avenidas, y paseos, se asemeja a una ciudad europea. Podemos citar entre los paseos el "Parque 3 de Febrero" (...) que es para esta capital lo que el Bois deBoulogne para París,(...) es decir un lugar de distracción y reunión mundana." Le figaro, 4/10/1910, p.2.

Iconos de una ciudad en crecimiento


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La imagen del mapa de la ciudad en el año 1909 nos muestra un proyecto de  ciudad ya delimitada, separada del campo y las áreas suburbanas. Si bien el gobierno no tuvo planes específicos de urbanización desde un comienzo, la ciudad fue estructurada  a medida que crecía y que surgían distintas cuestiones o inconvenientes. Buenos Aires se vio casi obligada a organizarse debido a la masiva e inesperada llegada de inmigrantes el gobierno esperaba que éstos sean europeos de clase alta y por el contrario, la mayoría de los que llegaron al país escapaban de la guerra – eran personas de bajos recursos,  ideologías revolucionarias y en busca de trabajo y  de una vida digna.
 
Familias enteras, de todas las nacionalidades y oscilantes entre la pobreza y una clase media-baja, se aglomeraron en los denominados conventillos. Estos eran grandes casas que funcionaban como hoteles para los inmigrantes, los cuales vivian hacinados en dichos lugares. Sin embargo, y más allá de las condiciones precarias y de la falta de higiene de éste,  el conventillo es un ícono para los recién llegados al país: era su único hogar.
Dentro de los mismos convivían y se fusionaban distintas culturas gracias al encuentro entre las diferentes nacionalidades. Así, fueron creándose nuevos dialectos para poder comunicarse a causa de  la diversidad de idiomas hablados entre sí, sumado al intento de todos ellos por aprender a hablar en castellano. (Ver imagen del conventillo)

La diferencia y el contraste que hay entre la antigua ciudad (esa “Pampa desierta”) y la nueva Buenos Aires, más poblada, se ve reflejada en el poema de Homero Manzi llamado “Buenos Aires Colina Chata”. En éste se puede denotar cierta melancolía a raíz de la formación del pueblo nuevo, dejando atrás lo nativo superpuesto por el estilo español.
Respecto al modo de organización de la ciudad, podemos tomar por ejemplo el siguiente fragmento del poema:  Garay trazó diez manzanas/ sobre un cuadrado perfecto/ y el sitio de las campanas/y el lugar de su gobierno/ con un desierto desierto/ con su horizonte de paja/y su techumbre de cielo...!”
Esa parte del poema habla de la Plaza de Mayo,  fundada en el año 1867, la cual actúa como centro alrededor del cual se encuentra “el sitio de las campanas”, es decir, la Catedral, y ”el lugar de su gobierno”: la Casa Rosada.



La Plaza de Mayo no sólo es símbolo de la Revolución de Mayo. Situada entre el Cabildo y la Casa de Gobierno,  es también un símbolo de los habitantes de la ciudad que desde tiempos inmemorables y hasta hoy en día utilizaron ese escenario  al aire libre para manifestarse, para discutir sobre cuestiones sociales, políticas o económicas, y para celebrar distintos acontecimientos
Pirámide de mayo
 La pirámide de mayo, monumento situado en el centro de la Plaza, también obtiene un nuevo significado a partir de la dictadura argentina del año 1976: Las madres de los desaparecidos durante el régimen marchaban en silencio alrededor de la figura como símbolo de protesta y búsqueda de justicia.
(Ver imagen de la Plaza de Mayo)

A modo de cierre...


Consideramos importante resaltar que a lo largo de nuestro trabajo nos encontramos con íconos que evidencian la transformación de la ciudad criolla en metrópolis y que marcaron un antes y un después en el crecimiento de la Ciudad de Buenos Aires. 
Todos los elementos citados, fueron elegidos ya que  influyeron e influyen, en mayor o menor medida, en lo que conformó un espíritu de unión, en denominadores comunes que unen a los habitantes de la ciudad, y de cualquier parte del país, ya que forman parte de nuestra historia y nuestras raíces. Todo argentino, donde fuere y cuando fuere, al ver una imagen de la Plaza de Mayo, un mapa de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, o fotos del barrio de la Boca o de un conventillo, por ejemplo, se sentiría identificado; sentiría que pertenece a todo eso.
En nuestro caso particular, lo hemos comprobado mediante la experiencia. Al realizar un viaje y encontrarnos en un país extranjero, perteneciente a otro tipo de cultura, el más mínimo signo de "argentinidad" que podamos percibir (ya sea ver a la Argentina en un mapamundi, ver una foto del obelisco, o de una pareja bailando tango, por ejemplo) nos llenaría de ese sentimiento de pertenencia a un gran todo que es nuestra Nación.
Por otro lado, no sólo en el extranjero se da la posibilidad de sentir esto. Nuestro estilo de vida y costumbres, se basan también en toda esa historia política, social y económica que tenemos por detrás, cuyo espíritu yace, en parte, en los monumentos y distintas edificaciones de la ciudad, los cuales nos recuerdan quienes somos y por qué. 
Nosotros como sociedad hemos plasmado nuestros ideales y sentimientos más profundos en cada rincón de la ciudad, la cual nos lo devuelve haciéndonos sentir identificados con ella, recordándonos nuestra historia, diciéndonos quienes somos y a dónde pertenecemos.